EL CENTAURO INDECISO
EMA WOLF
Había una vez un centauro que, como todos los centauros, era mitad hombre y mitad caballo.
«¿Qué
comeré? -pensó-. ¿Una hamburguesa o un fardo de alfalfa? ¿Un fardo de alfalfa o
una hamburguesa?»
Y,
como no pudo decidirse, se quedó sin comer.
Llegó
la noche, y el centauro quiso dormir.
«¿Dónde
dormiré? -pensó-. ¿En el establo o en un hotel? ¿En un hotel o en el establo?»
Y,
como no pudo decidirse, se quedó sin dormir.
Sin
comer y sin dormir, el centauro enfermó.
«¿A
quién llamaré? -pensó-. ¿A un médico o a un veterinario? ¿A un veterinario o a
un médico?»
Enfermo
y sin poder decidir a quién llamar, el centauro murió.
La
gente del pueblo se acercó al cadáver y sintió pena.
-Hay
que enterrarlo -dijeron-. Pero, ¿dónde? ¿En el cementerio del pueblo o en el
campo? ¿En el campo o en el cementerio?
Y,
como no pudieron decidirse, llamaron a la autora del libro que, como no podía
decidir por ellos, resucitó al centauro.
Y,
colorín, colorado, este cuento nunca se ha sabido que haya terminado.
El señor Lanari
El señor Lanari
A las 9 de la mañana del domingo el señor Lanari empezó a
destejerse.
Y fue así:
Como todos los días, antes de salir de su casa, se despidió
de su perro Firulí con un abrazo y un beso en el cachete.
Pero esta vez -¡oh!- una hebra de su gorro de lana quedó
atrapada entre las mandíbulas de Firulí. Ninguno de los dos se dio cuenta.
El señor Lanari cruzó el jardín y llegó a la vereda.
Como Firulí rara vez se molestaba en abrir la boca, la hebra de
lana tampoco zafó de entre sus dientes.
¡Y fue ahí justamente cuando el señor Lanari empezó a
destejerse!
Por suerte era domingo. A medida que se alejaba de su casa, el destejido avanzaba.
Camina que te camina. Desteje que te desteje. Detrás de él iba
quedando un tallarín de lanas de colores cambiantes.
El señor Lanari se sentía cada vez más disminuido: cuando paró
en la esquina de la confitería para comprar merengues ya se había destejido
todo por arriba.
Encima del bolsillo del chaleco ¡no había nada!
Así siguió.
Punto por punto, paso a paso, el destejido
avanzó hasta la cintura. Y más. Y más
abajo.
Por suerte era domingo, porque todos los domingos iba a visitar
a su abuela.
Cuando llegó a la puerta de la casa de su abuela, en el lugar
donde debía estar el señor Lanari sólo quedaban las medias que también habían
empezado a destejerse.
Cuando la abuela lo vio, dijo: “¡Pero qué barbaridad!”.
Entonces agarró un par de agujas, ensartó los
puntos sueltos de las medias y desde allí empezó a tejerlo de nuevo.
Todo.
Completo.
Tejió al señor Lanari de pies a cabeza. Cuando llegó al gorro,
naturalmente apareció Firulí con la punta de la hebra todavía en la boca. Sólo
la abrió cuando los tres se sentaron a comer merengues.
Autora: Ema Wolf.
Hola, hay un lugar do de pueda encontrar sus grabaciones? El horario qu3 tienen me dificulta escucharlos
ResponderEliminarHola J. Mesa,en realidad este programa radial lo dejamos de emitir ya hace 3 años, por cuestiones de tiempo.Fue una etapa muy linda para mi y mi hija. El año pasado nos habíamos propuesto recomenzar pero no se pudo. Este año...lo intentaremos.
EliminarMuchas gracias por tu interés y comunicación. Nos interesaría saber de dónde sos?
Saludos,Leni.
Me gusta, me gusta!!! Saludos desde Guadalajara, Jalisco... México!!!
ResponderEliminarSaludos desde un rinconcito de Uruguay.Progreso departamento de Canelones.
EliminarGracias por tu comunicación.
Saludos desde un rinconcito de Uruguay.Progreso departamento de Canelones.
EliminarGracias por tu comunicación.
Hola amigos yo quiero escuchar una grabación de voz por favor la podrías publicar en Facebook
ResponderEliminarIntento grabarlo y lo comparto en cuanto tenga un tiempo.
EliminarIntento grabarlo y lo comparto en cuanto tenga un tiempo.
EliminarHola quiero un cuento de la niña pradera
ResponderEliminarhola
ResponderEliminarQue estoooooooo
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