EPAMINONDAS
Érase una vez una buena mujer que sólo tenía un hijo llamado
Epaminondas. (Como un general griego) . Epaminondas tenía una madrina que lo
quería mucho y siempre le regalaba algo cuando la visitaba. Un buen día, la
madrina le regaló un bizcocho.-No lo
pierdas, Epaminondas,
no lo pierdas. Llévatelo a casa muy apretado -le dijo.--No te
aflijas, madrina, no lo voy a perder -
contestó Epaminondas.
Pero apretó la mano con tanta, tanta fuerza que cuando llegó a su casa
ya no quedaban más que unas pocas miguitas.-¿Qué
traes ahí, Epaminondas?-Un
bizcocho, mamá.-¡Un
bizcocho! ¡Dios mío! ¿Dónde tienes la cabeza? ¿Qué forma es esa de llevar un
bizcocho? Para llevar un bizcocho se lo envuelve en un papel u después se mete
dentro del sombrero. ¿Entendiste?-Si,
mamá - contestó Epaminondas.
A los pocos días, fue otra vez a casa de su madrina y ésta le regaló un hermoso
pedazo de manteca. Epaminondas la tomó, la envolvió en un papel de seda, y la
metió en su sombrero; luego se puso el sombrero en la cabeza y se dirigió hacia
su casa. Era verano y el sol abrasaba.
La manteca empezó a derretirse dentro del sombrero y cuando Epaminondas llegó a
su casa la manteca no estaba "dentro" de l sombrero sino
"repartida" sobre Epaminondas. Estaba todo untado de manteca.
La madre, al verlo, se llevó las manos a la cabeza.
-¡Epaminondas!
¿Qué traes ahí?-¡Manteca,
mamá!.-
¿Manteca? ¡Dios mío! ¡Epaminondas, ¿dónde tienes la cabeza?! A la manteca hay
que envolverla en hojas frescas y , a lo largo del camino, tienes que mojarlas
una y otra vez en el agua de los arroyos hasta llegar a casa. ¿Entendiste?-Sí,
mamá- contestó Epaminondas.
A la vez siguiente, cuando Epaminondas fue visitar a su madrina, ésta le
regaló un perrito muy lindo.
Epaminondas, ni corto ni perezoso, lo envolvió en unas grandes y frescas hojas
y por el camino lo fue mojando en todos los arroyos hasta llegar a casa, y, cuando
llegó, el pobre perrito estaba casi muerto y tiritando.
-¡Dios
mío! ¡Epaminondas, hijo mío! ¿Qué traes ahí?-Un
perrito mamá.-¿Un
perrito? ¿Dónde tienes la cabeza? ¡Ay Epaminondas! Un perrito se lleva
atado con una soga. ¡Has comprendido?
-Sí,
mamá.
Al otro día Epaminondas fue a lo de su madrina y ella le regaló un pan
recién horneado. Epaminondas lo ató cuidadosamente y lo arrastró por todo el
camino hasta que llegó a su casa.Al verlo, su mamá exclamó:
- ¡Ay, hijo mío! ¡Esa no es forma de traer un pan ! No tienes un poquito así
de inteligencia, ni nunca la tuviste ni nunca la tendrás. Ni volverás a la casa
de tu madrina ni te voy a explicar ya mas. Desde ahora, voy yo a todas partes.
A la mañana siguiente, la madre se dispuso a ir a casa de la madrina, y
le dijo a Epaminondas.
-Voy a decirte una cosa, hijo mío. Has visto que acabo de cocinar en el
horno seis pasteles y que los he puesto en una tabla delante de la puerta para
que se enfríen. Ten cuidado de que no se los coma el perro ni el gato los lama.
Y si tienes que salir, trata de pasar por encima de ellos con mucho cuidado.
¿Has comprendido?-Sí, mamá.La mamá se puso su sombrero, tomó su cartera, y se fue a la casa de la
madrina.Los seis
pasteles, todos en hilera se estaban enfriando delante de la puerta, y, cuando
Epaminondas trató de salir, miró bien cómo pasar encima de ellos.
-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis - fue diciendo al mismo
tiempo que ponía los pies exactamente en el centro de cada paste haciéndolos
una pasta.
¿Y saben lo que ocurrió cuando llegó su mamá? Pues que ni ella ni
Epaminondas pudieron probar los pasteles y que Epaminondas, al día siguiente...
, no se pudo sentar.
Autor anónimo- Cuento popular
norteamericano
No hay comentarios:
Publicar un comentario